miércoles, 14 de julio de 2010

DESCALCE DE MONEDAS DERIVADO DEL RIESGO CAMBIARIO

El término “dolarización” ha sido utilizado alternativamente para indicar que una moneda extranjera (dólar o euro) sirve como unidad de cuenta (dolarización real o dolarización de precios), como depósito de valor (dolarización financiera), o como medio de cambio (dolarización de transacciones). La dolarización nace como una forma de protegerse de los síntomas graves de inflación que apareció con mayor acentuación por los años 90 con la liberalización de los mercados, el cual provocó que aumente la oferta de créditos, pero exclusivamente créditos en dólares y los pocos soles que poseían las personas eran convertidos en dólares, porque todavía recordaban el temor de la hiperinflación de los años 80. 

Cabe mencionar que una economía para que se dolarice, tiene que tener problemas inflacionarios y para ello pasa por un proceso: Primero las personas dolarizan sus ahorros, si la inflación persiste las personas comienzan aceptar dólares como forma de pago, y si la inflación continua, los precios comienzan a fijarse en dólares. Muchas veces a pesar de que la inflación sea baja, las personas siguen utilizando dólares, debido al costo bajo que significa usarlo, puede ser por costumbre o cuando el sistema de pagos se adaptó al dólar; es decir, la sustitución monetaria se da en economías con altos niveles de inflación, donde el costo de poseer la moneda doméstica es mayor que la moneda extranjera, incluso existe reemplazo de monedas aún cuando la inflación se encuentra estabilizada por histéresis. 

América Latina se caracteriza por los niveles altos de inflación que engendra, en los últimos 10 años la inflación promedio ha fluctuado alrededor de 13%, mientras que la volatilidad se ha situado alrededor de 15%. Una economía se descalza cuando su moneda se deprecia, pero también pierde cuando su moneda se aprecia, y lo hace perdiendo competitividad con los demás países, debido a que su canasta de bienes en términos de otros bienes (extranjero) no canjea la misma cantidad de bienes por el mismo precio, lo que permite que se incremente las exportaciones del país doméstico cuando se eleva el tipo de cambio. Si bien es cierto que una devaluación de moneda puede promover las exportaciones, ello seria beneficiosa siempre que el coeficiente de transmisión entre inflación y devaluación sea menor. Es por ello que el productor doméstico que desea exportar, tiene que considerar algunos factores como el nivel de precios al cual produce en moneda local y el tipo de cambio (soles por euros), estos dos componentes determinan el precio en euros al cual vende el exportador, el cual a su vez, debe compararse con el precio del bien que es producido en Europa; es decir, que la competitividad no solo depende del tipo de cambio nominal, sino también de la inflación nacional y de la inflación externa. Además, cuando el tipo de cambio es volátil, el traspaso cambiario a los precios es eminente, lo que hace que los salarios reales sean los perjudicados, porque adquirirán menores cantidades de bienes por las mismas horas de trabajo, deteriorando los sueldos y salarios de todos los peruanos que son en soles y que no son ajustados a la inflación. 

En tiempo de crisis financieras, las divisas que nos visitan producto de las exportaciones, caen, igual que las remesas, lo que hace que se retraiga la oferta de dólares en el mercado local y presionando a la alza del tipo de cambio (depreciando la moneda doméstica), es allí donde surge el descalce entre el sol y el dólar, haciendo disminuir la riqueza de los deudores en dólares, debido a que aumenta el valor de sus deudas en términos de soles, por lo que las empresas endeudadas enfrascan un monto mayor de sus obligaciones; como consecuencia del incremento de deuda, los prestatarios alargan sus fechas de pago, provocando iliquidez en los bancos y si los bancos tienen préstamos de otros países en otras monedas incurrirán en un riesgo cambiario, riesgo que es trasladado a los agentes económicos, a través de las variables de interés y devaluación acumulada en el tiempo del préstamo. Es por ello que el BCRP debe tener una actuación prudencial cuando sospecha que habrá variaciones en el tipo de cambio (apreciación y depreciación de la moneda doméstica), y debe utilizar todas sus herramientas que le permita mitigar cambios en las expectativas inflacionarias, en la actividad real o en ambas y no esperar reaccionar al final y saborear efectos como los problemas suscitados en México (efecto tequila 1994). Por las estadísticas relatadas, se puede decir que el BCRP ha cumplido su tarea, porque de a pasos ha ido desdolarizando nuestra economía; actualmente el ratio de dolarización de los créditos se ubica en 46% y el ratio de dolarización de los depósitos llegó a 56% en diciembre de 2009, lo que diez años antes (2001), llegó a representar el 80% de los créditos y depósitos. Los especialistas en finanzas consideran que en los próximos 5 años el ratio de dolarización podría situarse entre 20-25%, si se mantiene el ritmo de crecimiento promedio de los créditos en soles y dólares. 

Finalmente, para contrarrestar la volatilidad del tipo de cambio, se debe desarrollar mercados de activos nominales en moneda local y para ello el gobierno debe promover la iniciativa emitiendo valores en moneda doméstica, con políticas de tipo de cambio flexible, que permita contrarrestar los choques externos; también se debe continuar desdolarizando la economía; además, es importante tener un buen nivel de RIN; pero cabe recordar que un nivel excesivo sólo impulsará la dolarización. A ello se debe sumar un paquete de políticas como: reducción del encaje para las captaciones en soles, con el objeto de favorecer la remotizaciòn; emitir certificados de depósitos a plazos mayores de 360 días, para profundizar el mercado en soles; elevar el encaje, para los fondeos con adeudos del exterior y para favorecer el ahorro interno; y desarrollar un mercado líquido de bonos en moneda local.