La Desnutrición Crónica y su Efecto en la Economía
La desnutrición crónica infantil, es uno de los problemas principales
que afecta la pobreza de manera directa y limita el crecimiento económico de
los países; veamos por qué. Un niño hasta los tres años, completa el 80% del
desarrollo de su cerebro, mientras que el 20% lo completa hasta los cinco. Es
decir un niño mal nutrido, tiene escasas posibilidad de aprender en la escuela,
ello hará que su futuro sea limitado, ya que, si es que ingresa a estudiar a un
instituto o universidad, su rendimiento y aprendizaje será bajo, y por ende
saldrá de las aulas un profesional no competente, y como limitadas
oportunidades de alcanzar niveles de ingresos óptimos; es decir, los niños malnutridos sufren daños
irreversibles, crecen menos, son más débiles y sus cerebros no se desarrollan
completamente, a ello se suma las escasas oportunidades de ingresar al mercado
laboral, incrementar su productividad y aportar al dinamismo económico en un
futuro.
A nivel mundial, un informe del organismo internacional Save the
Children, estima que un cuarto de los niños se desempeña mal en las escuelas
como consecuencia de la desnutrición crónica, y que además los niños con desnutrición crónica tienen
un 20% menos de posibilidades de saber leer y escribir que aquellos con una
dieta de nutrientes necesarios. Además, los niños desnutridos tienen un
12,5% más de posibilidades de cometer un error al redactar una frase sencilla y
cometen un 7% más de errores al responder preguntas numéricas que los que
tienen una dieta adecuada. Asimismo, dicho organismo internacional hizo un
estudio en la que siguió durante dos décadas a 3,000 niños de cuatro países
-Etiopía, India, Perú y Vietnam- reveló que el impacto de la desnutrición en
los niños de hoy podría costarle al mundo un total de US$ 125 mil millones para
cuando alcancen la edad adulta, en el año 2030. “Los niños desnutridos reciben
un 20% menos de ingresos que los niños bien alimentados. Esto indica que la
desnutrición puede ser una gran barrera para el desarrollo económico. En los
países de menores y medianos ingresos, puede reducir el PBI entre 2% y 11%”.
Un estudio elaborado por la ALDI y la FAO-"Seguridad alimentaria y
comercio intrarregional de alimentos", manifiesta que alrededor de 50’000,000 de personas
padecen hambre en Latinoamérica y El Caribe, pero el hambre ha disminuido a
24,2% respecto a 1990, cuando eran 66 millones, entre otras causas, se destaca el aumento de
la demanda de alimentos, la aparición de los biocombustibles, y el cambio
climático. Pese a los avances en materia alimentaria que ha conseguido
la región y su crecimiento económico de los últimos años, aún se continua en
una situación agravante, ya que "uno de cada diez latinos está en una
situación de extrema pobreza", a ello se suma los altos niveles
de desigualdad que se tiene, por la mala distribución de la riqueza.
Según los cálculos de la FAO, el coste de la
malnutrición en sus diferentes formas -desnutrición, carencia de nutrientes,
sobrepeso y obesidad- podría alcanzar hasta un 5% del Producto Interior Bruto
(PIB) mundial o lo que es lo mismo a 3,5 billones de dólares, equivalentes a 500 dólares por persona.
A nivel nacional, la pobreza en el 2012 se redujo en 25,8%, pero aún existen 7,8 millones de peruanos pobres, de los cuales los más afectados son los niños, ya que en esa cantidad de peruanos se encuentran niños que están mal nutridos y que tendrán escasas oportunidades de acceder a mercados laborales dignos, ser competitivos y aportar al PBI nacional, en la zona rural esta problemática se triplica. En Perú dos de cada diez niños sufren de desnutrición crónica, mal aún postergado por los gobiernos de turno; si bien es cierto que los intentos por atacar se están reduciendo, ello aun es lento, y después se quejan de existir pobreza en el Perú, ya que en el año 2007 el 30% del total de niños eran desnutridos, al finalizar el 2012 se disminuyó al 19%. Para continuar reduciendo más de prisa, se tiene que incorporar una serie de programas que no solo tiene que ver con la alimentación, sino con la madre, sus actividades, su economía, las EDAs, las IRAs y otros factores, dentro de ellos el acceso a la información y la capacitación por parte de los docentes, que las madres aprendan a aprehender.
La mala nutrición conlleva a unos costes sociales y económicos
altos, que a largo plazo, los países se ven atrasados, porque no aportan al
crecimiento, si es que lo hacen lo hacen escasa y lentamente y, con insumos de
mala calidad, otro costo que asumen los países, es que tienen que alfabetizar, y con escasas
probabilidades de que aprendan bien las personas; es decir, la desnutrición
infantil es un obstáculo en el desarrollo de los países más pobres.
Finalmente, si es que se desean
contribuir con la desnutrición que ya tiene demasiados factores agravantes, los
gobiernos de turno deben direccionar las inversiones a las investigaciones
agrícolas que aumenten la productividad, la reducción de las pérdidas y el
desperdicio de alimentos, la mejora del rendimiento nutricional de las cadenas
de suministro, así como el aumento de la calidad nutricional de los alimentos
mediante su enriquecimiento, ya que el problema de la malnutrición es muy
complejo, por lo que se debe trabajar de manera más compleja a nivel
institucional y multisectorial, e involucrando a los diferentes actores,
locales, regionales y nacionales.
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